Cómo la terapia asistida por caballos me guió a través del duelo
El castrado y yo estamos cara a cara en un gran estadio de arena en Richmond Park. El profesor Dr. Andreas Liefooghe, psicoterapeuta anglo-flamenco, me pide que me presente al caballo. Mientras camino hacia él, hago clic y murmuro: “Buen chico. Incluso me sorprendo diciendo: "Hola, soy Kate", aunque dudo que la tarea sea tan literal. El caballo comienza a acercarse a mí y, con el brazo extendido, dejo que sienta mi mano, le dé palmaditas en el cuello y le acaricie la cara. Luego se dirige a la puerta y yo lo sigo. Se detiene, levanta la cabeza a…