El cierre gubernamental de EE. UU.: ¿Quién mantiene su pago?

Quién recibe su pago (y quién no) durante el cierre del Gobierno federal de EE.UU.

Miles de empleados se encuentran en una situación de incertidumbre económica debido al cierre del Gobierno federal de EE.UU., mientras que otros continúan recibiendo sus salarios sin interrupciones.

En periodos de cambios políticos y económicos, la clausura provisional de las agencias federales representa un reto considerable para una gran cantidad de trabajadores del sector público. Mientras que ciertos individuos percibirán su remuneración puntualmente, otros enfrentarán una coyuntura más complicada. Seguidamente, analizaremos quiénes tienen derecho a recibir su salario y quiénes no en estas eventualidades, con el fin de esclarecer una cuestión que impacta tanto a los hogares como al panorama económico global.

¿Quiénes siguen cobrando durante el cierre?

Los trabajadores considerados “esenciales” o “exentos” continúan prestando servicios durante un cierre del Gobierno federal y, por lo tanto, siguen recibiendo sus pagos. Estas personas trabajan en áreas críticas como seguridad nacional, salud pública, control de desastres, gestión de fronteras y otras funciones que no pueden interrumpirse sin riesgo para la sociedad. Por ejemplo, agentes de la patrulla fronteriza, empleados de hospitales militares y personal de monitoreo de pandemias entran en esta categoría. Su labor se considera indispensable y se les exige presentarse incluso cuando no hay presupuesto aprobado para su agencia.

Además, los contratistas federales que prestan servicios esenciales pueden también estar en la lista de quienes siguen cobrando, siempre que su trabajo esté incluido en el contrato bajo condiciones de emergencia o continuidad operativa. En estos casos se garantiza el pago inmediato, sin esperar a que se restablezca el presupuesto.

¿Qué sucede con los empleados “no esenciales”?

A diferencia de los considerados esenciales, los trabajadores federales que desempeñan funciones no críticas, denominados “no esenciales” o “no exentos”, pueden ser suspendidos temporalmente (furloughed) durante un cierre. En esa condición, su salario se detiene hasta que se restablezca el financiamiento de su agencia. Por ejemplo, empleados de oficinas administrativas que no tienen contacto directo con emergencias o servicios vitales suelen quedar en esta situación.

Mientras se encuentran en un estado de suspensión, estos empleados no llevan a cabo sus funciones laborales, si bien en muchos casos siguen siendo considerados «empleados» desde una perspectiva legal. No perciben remuneración por las horas no trabajadas, y la reactivación de su sueldo está condicionada a que el Congreso apruebe nuevamente los fondos. En ocasiones se han dado autorizaciones salariales con carácter retroactivo, pero esto no es una garantía ni ocurre de forma automática.

¿Qué sucede con los contratistas que no son esenciales?

Aquellos contratistas que no proveen servicios fundamentales se encuentran en una posición de mayor riesgo. En caso de que la entidad federal para la cual laboran carezca de fondos, su acuerdo contractual podría suspenderse. A pesar de la existencia de procedimientos que posibilitan a algunos obtener un pago retroactivo una vez que se reanude la financiación, la percepción de un cobro inmediato no está garantizada. Consecuentemente, su panorama es más incierto en comparación con el de los trabajadores federales directos catalogados como “esenciales”.

Consecuencias económicas y personales del cese de actividades

Un cierre gubernamental no solo paraliza las actividades de algunas dependencias, sino que además provoca efectos directos en las familias de los empleados, en las localidades que reciben los servicios y en la economía del país. Los trabajadores que mantienen su remuneración sin interrupciones disfrutan de estabilidad económica. No obstante, para quienes se encuentran suspendidos, la ausencia de ingresos puede ocasionar dificultades para afrontar hipotecas, cuotas de vehículos, gastos educativos o de salud.

Las empresas que dependen del gasto federal —por ejemplo, en zonas donde el Gobierno es un empleador importante— también sufren al disminuir drásticamente el poder adquisitivo de los trabajadores suspendidos. Esto puede generar una cadena de efectos: menos consumo, menor actividad comercial, retrasos en proyectos claves, y un impacto macroeconómico que puede crecer si el cierre se prolonga.

Aspectos extra a tener en cuenta y cómo alistarse

Frente a la eventualidad de un cierre, tanto trabajadores como contratistas y sus familias pueden tomar medidas preventivas para reducir sus efectos. Disponer de un fondo de contingencia que cubra entre tres y seis meses de gastos es fundamental. Es importante examinar los acuerdos de servicio para determinar si la labor se considera esencial, lo que podría influir en la continuidad de los ingresos. Además, seguir de cerca las resoluciones del Congreso y del Ejecutivo en materia de financiación es crucial para prever una pronta reactivación de los pagos o la implementación de ayudas con carácter retroactivo.