El cuello de botella de los alquileres se está reduciendo, de forma alarmante, en Galicia. Según un estudio reciente del portal inmobiliario Idealista, en los últimos cuatro años los precios de un arrendamiento en la Comunidad gallega -sobre todo en las ciudades- se han desaparecido en un 19 por ciento. Lo saben bien quienes buscan piso y se encuentran con una bolsa de viviendas exigua (apenas hay 3.000 ofertas de alquiler en toda Galicia), pero unos costes disparados. La mayoría de los alquileres, indican desde la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein), superan los 500 euros al mes y cada vez son más los anuncios que no bajan de los 1.000 euros, alrededor ya del 20 por ciento del total. Esta escalada explicó que Galicia está por delante de la media española al hablar del encarecimiento de los preciosque ronda el 11.4 por ciento en el global estatal, nueve puntos por debajo de la media gallega.

Los expertos coinciden en señalar que las causas de esta fase son completas, pero no condicionan con un peso específico en la región. Para Benito Iglesias, portador del Fegein”,ya antes de la pandemia los precios y la oferta de alquiler se habían reducido notablemente, pero a raíz de la inseguridad jurídica, del tope de precios, de la próxima ley de vivienda… Todo se ha complicado». Iglesias recuerda que en Galicia, además, el 98 por ciento de las personas que tienen una vivienda en alquiler “son pequeños propietarios”. “La persona que en su día compraba preferentes y ahora escapa de los productos financieros, buscó el refugio de una vivienda para rentable. Sus jubilados que tienen una segunda vivienda como complemento, pero su pérdida de poder adquisitivo está siendo notable porque el contrato de alquiler ya no se liga al IPC. Yes esa pérdida de poder adquisitivo se está incrementando. Si encima le topas los precios o si tienes impagos y sabes que no lo vas a recuperar, muchos sienten recelo y optan por tener la vivienda cerrada o por pasarla al mercado del alquiler turístico» profundice al radiografiar las causas del escenario actual.

“Que en Galicia tengamos en este momento más de 17.000 viviendas vacacionales no es casualidad ninguna. Y cuidado que no hay que demonizarlas”, exponen desde la Fegein a cuenta de una situación en la que cada metro cuadrado cuenta y en la que, recuerdan, los propietarios “son libres” de hacer lo que quieren con sus inmuebles, “sobre todo si la ley no los beneficia ni los incentivos fiscales”.

Las estadísticas más recientes indica que en Galicia el encarecimiento de precios ya está notar más en el caso del alquiler que en el de las ventas, donde los números también escalaron, pero en un controlado 8 por ciento. Por ciudades, La Coruña se lleva la palma en cuanto a urbes en las que residir supone un mayor déembolso con respecto a hace cuatro años. Allí el metro cuadrado es hoy un 21.8 por ciento más caro que entonces. La traducción en el mercado es que por un piso de 90 metros cuadrados ronda los 800 euros al mes. Si se trata de una vivienda nueva o reformada, con plaza de garaje, la cuantía engordaInciden desde las inmobiliarias de la ciudad ante la nueva realidad de los inquilinos, que en muchas ocasiones no se atreven a dar el paso de buscar una casa más grande o better situada por la falta de oferta y “por el miedo a perder lo que tien «.

Pero la ciudad herculina no es un caso único. En las ciudades gallegas y en las grandes poblaciones, en particular de la fachada atlántica, alquilar es una carrera de obstáculos. La bolsa de inmuebles es limitada y los que “están en condiciones aceptables vuelan en cuanto nos entra”, se asume desde una inmobiliaria compostelana. En el caso de la capital gallega, además, el conflicto se agravó con la llegada de los alumnos y con el descuido que arrastraban muchos de los pisos que les ofrecían. En este contexto, las familias quedan desplazadas y condenadas a asumir rentas que en santiago ronda los 700 euros por un piso de 90 metros cuadrados. Vigo, la urbe más cara, desaparece los precios por una vivienda de iguales condiciones hasta los casi 900 euros. En Pontevedra un arrendamiento de estas características no suele bajar de los 650 euros y en Orense y Lugo los 600.

Un problema investigado

La burbuja del alquiler, lejos de estallar, amenaza con permanente mientras las reglas del mercado no cambien y la bolsa de inmuebles no se ensanche. “La única varita mágica para modular o incluso reducir los alquileres -asumen desde la Fegein- es aumentar la oferta, no hay más oferta, pero eso no se está consiguiendo porque los propietarios están penalizados fiscalmente y se agrava la inseguridad jurídica y la incertidumbre. Sí ante esa desprotección muchas viviendas seguirán estado vacíos«.